En los últimos meses diferentes incidencias graves, entre ellas el tren que se vio envuelto recientemente en un incendio forestal en Bejís o la locomotora de FGC que perdió los frenos y colisionó contra un Media Distancia, han puesto de relieve en la esfera pública la actuación de los maquinistas al mando del tren.

La intervención de sendos maquinistas minimizó sustancialmente las consecuencias, salvando con su actuación la vida propia y la de todos los pasajeros de ambos vehículos.

Ante estos acontecimientos algunos han salido a la palestra calificando a los maquinistas de héroes y heroínas. Quizá en algunos casos utilizando la hipérbole más para ganar el propio protagonismo que para reconocer al maquinista.

Es importante transmitir a la sociedad que los maquinistas ni somos héroes ni heroínas; los maquinistas somos profesionales altamente formados y cualificados; ejercemos una profesión de riesgo y sensible para la que se requiere poner en práctica todos nuestros conocimientos.

A cada segundo estamos procesando un gran volumen de información de acuerdo a la normativa de circulación, a los procedimientos de actuación y a los manuales de conducción de los vehículos…

No nos gusta que nos califiquen de héroes por ejercer nuestra profesión, incluso cuando actuamos en situaciones límite. De la misma manera, tampoco somos villanos cuando las circunstancias que envuelven un incidente no propician el final deseado.

Un maquinista a los mandos del tren es el jefe del tren, su máximo responsable, un profesional cualificado, formado y preparado haciendo su trabajo.

Por ello, en cualquier situación hay que confiar en su criterio y respetar sus indicaciones, que siempre serán las más apropiadas para llevar a cabo la operación con las mayores garantías de seguridad y eficacia.

Ni heroínas, ni villanos: profesionales cualificados.